EL HABLA DE MILLARES

 

 

Sin ánimo de sentar cátedra en materia lingüística en el tema del habla particular de Millares, pero sí, como dice nuestro paisano Vicente Galdón Pérez, con el propósito de levantar calzá, hacer bancal y sujetar pará, y con el fin de que no todo se lo lleven las ramblás del tiempo, o las silenciosas aguas de la indiferencia y el olvido, además de la colaboración del desprecio del no aprecio, me van a permitir una serie de reflexiones y comentarios respecto al habla tradicional de nuestro pueblo, Millares.

Vaya por delante, en primerísimo lugar, que no soy especialista en filología, por lo que puedo afirmar que no sé de lo que hablo, pero hablo de lo que sé. Me ayudaré para ello de la opinión de algunos reconocidos expertos en la materia a lo largo de esta exposición.

Geográfica y administrativamente pertenece Millares a la comarca de la Canal de Navarrés, situada en las tierras centrales de la provincia de Valencia. Una particularidad llamativa de esta comarca es el habla de sus habitantes: el castellano; un castellano muy peculiar y bastante diferenciador según la localidad en la que lo escuchemos.

Comenzaré por exponer (para situarnos en el contexto del tema que nos ocupa), que en un audio de una entrevista radiofónica se puede escuchar al profesor Emili Casanova Herrero atribuir el origen del habla de las localidades del interior de la Comunitat Valenciana en las que no se habla el valenciano, a un claro antecedente en el habla aragonesa. Este aragonés antiguo procedía, a su vez, del latín vulgar y se remonta a los siglos VII y VIII de nuestra era. Dicho habla originaria aragonesa se hablaba en los valles pirenaicos aragoneses y sus rasgos lingüísticos sitúan a este habla entre el catalán y el castellano. La expansión de este habla aragonesa fue interrumpida en el siglo XII en la frontera de río Ebro. El motivo de dicha interrupción, según Casanova, fue la presión política del reino de Castilla y, por consiguiente, de su habla. De hecho, el 50% de la primera repoblación tras la conquista de la provincia de Teruel la llevan a cabo aragoneses, siendo el otro 50% castellanos, navarros, etc.

El habla surgida y extendida por estos territorios es conocida con el nombre de churro. Aclaremos, junto con César Salvo, que el churro no es una lengua en sentido estricto; más bien es un habla. Dejemos de lado, por supuesto, el sentido despectivo y peyorativo que en las comarcas de habla valenciana aplican a todo aquel sujeto hablante que no usa la lengua valenciana en su comunicación, ya sea una persona originaria de la Comunitat Valenciana, o que provenga de cualquier otro territorio de la geografía española; ya es conocido que a estos individuos se les denomina generalmente con el calificativo de churros.

El nacimiento del habla churra, en opinión de Emili Casanova, se produce como consecuencia de que, desde el primer momento, existe un claro contacto entre el habla de origen aragonés y la lengua valenciana. Puede decirse que los habitantes de las comarcas churras somos aragoneses del País Valenciano, o que somos valencianos de cultura aragonesa.

Antonio Porta Coello amplía la definición de churro con estas palabras: Hablante de ciertas comarcas y poblaciones valencianas y aragonesas de predominante repoblación de procedencia aragonesa en las cuales, por tanto, su cultura y su lenguaje tiene un destacado componente aragonés y, este último, una importante influencia del léxico valenciano.

Aunque en un principio, durante la Edad Media, Millares y las poblaciones limítrofes (Bicorp, Cortes de Pallás, Dos Aguas, Quesa y Tous) estuvieron habitadas por población de mayoría andalusí, no es descabellado deducir que sus habitantes tuviesen la oportunidad de expresarse en tres lenguas distintas: árabe, valenciano y castellano, al menos hasta la expulsión de los moriscos en el año 1609.

Comienza, a partir de esta fecha, un extraordinario reemplazo humano cuando empezaron a llegar a estos lugares desiertos a lo largo del siglo XVII numerosos pobladores procedentes de las localidades con población de origen aragonés pertenecientes al obispado de Segorbe, así como otros que procedían de Castilla. Ellos fueron los que vinieron a repoblar buena parte del interior de la Comunitat Valenciana, por lo que la base lingüística de la mayoría de las poblaciones de este entorno interior es mayoritariamente aragonesa.

Para Antonio Porta, las zonas de habla churra (él las denomina rodalás) son siete, y se extienden por las provincias de Teruel, Castellón, Valencia y Alicante. El conjunto de las rodalás churras en la Comunitat Valenciana se estructura, según Braulio Montoya, en tres áreas: la castellano-aragonesa, al norte (comarcas del Alto Mijares, Alto Palancia y Los Serranos); la valenciano- aragonesa, en el centro (Hoya de Buñol, parte de la Canal de Navarrés y parte del Valle de Cofrentes); y la castellano-murciana, al sur (parte del Valle de Cofrentes, Bajo Segura y parte del Vinalopó).

Por lo que respecta a la Canal de Navarrés, nuestra comarca, resulta bastante llamativo que, a medida que nos desplazamos de sur a norte por ella, el habla tradicional de sus pobladores se hace cada vez más castellana y, por consiguiente, con menos raíces valencianas. Es evidente que no hay muchas referencias históricas de la presencia masiva de aragoneses como pobladores o como repobladores de los pueblos de la Canal, exceptuando Millares y, en menor medida, en Bicorp. El habla de las localidades del sur de la comarca (Enguera, Anna, Chella…) es un habla mucho más valencianizada que el churro, con giros lingüísticos diferentes a este habla y con unas características muy peculiares como por ejemplo, el empleo del pasado perifrástico (van ir, por fueron; se va caer, por se cayó), el uso de la “o” abierta y el seseo habitual.

Esta circunstancia de la desaparición gradual del valenciano en la comarca ya describió el botánico Cavanilles en su magnífica obra “Observaciones….” de la siguiente manera: (…) Como vamos subiendo desde Anna hacia los montes se observan variedades de lengua, traje, ocupaciones y aun inclinación. En Anna se habla un dialecto que tiene más del valenciano que del castellano, y en el resto de la Canal de Navarrés es menor el número de voces valencianas, pero las castellanas distan mucho de su pureza; menos imperfecta es la pronunciación en Bicorp y Quesa. En Millares y Cortes desaparece el idioma valenciano, pero el castellano está alterado con los diminutivos que multiplican a cada palabra, como chiquitiquia y mociquio, en vez de chiquita y mocito (…)

Los pueblos de la Canal situados más al sur quedan lejos de la influencia de las zonas churras más genuinas y, al encontrarse más desplazados del vínculo geográfico y humano, no alcanzan a identificarse con el sentimiento de pertenencia a las rodalás churras. Los habitantes del sur comarcal, al estar bastante apartados de la línea administrativa aragonesa, seguramente no tiene tanto sentimiento de pertenencia a esta comunidad cultural, ni el mismo sentimiento de afinidad con la gente aragonesa vecina del resto de rodalás churras.

Casi todas las poblaciones de la Canal poseen un habla tradicional mixta, muy rica, donde el valenciano es un elemento amplio, original y formador, lo que puede estudiarse analizando ñas toponimias locales. La presencia del valenciano, como dijo Cavanilles, va menguando tal y como nos desplazamos más al norte de la comarca.

Es muy cierto que no todos los especialistas coinciden en cómo clasificar estas hablas fronterizas y, por ello, encontramos diversas opiniones: Hay autores, como Hardwinger, que clasifica los hablares locales de la Canal como hablas mixtas entre el aragonés y el castellano; otros, no obstante, se decantan por el castellanismo de estas hablas, como Sanchis Guarner; mientras que otros, como Menéndez Pidal, las calificas como aragonesas. Manuel Sanchis Guarner tenía muy claro que el aragonés nunca pasó el río Júcar, por lo que la repoblación mayoritaria de estas tierras por aragoneses no se realizó. Probablemente ninguno de ellos esté en posesión de la verdad absoluta, y la cuestión del origen de estas hablas queda sin ser aclarada totalmente.

En definitiva, que nos enfrentamos a dos opciones: primera, considerar toda la comarca de la Canal como comarca churra, tal y como algunos piensan; segunda, dar valor únicamente a la idiosincrasia propia suya y a la importantísima habla híbrida que posee y, por tanto, no incluirla lingüística y culturalmente dentro de las rodalás churras. En mi opinión particular me inclino por la segunda opción, excepto en lo tocante a Millares, por lo expuesto anteriormente y por lo que agregaremos a continuación.

Centrándonos ya en el entorno más próximo a Millares y sus localidades más cercanas pertenecientes a las rodalás churras del área central, hallamos cuatro núcleos de población (Cortes de Pallás, Dos Aguas, Millares y Tous), con unas características comunes peculiares, y que Antonio Porta las particulariza con el nombre de “Congosto del Júcar”; cuatro localidades enclavadas en cuatro comarcas distintas: Valle de Cofrentes, Hoya de Buñol, Canal de Navarrés y Ribera Alta, respectivamente. Estas poblaciones comparten espacio geográfico, cultura y economía. Son, en definitiva, pequeñas localidades (si exceptuamos Tous en su nueva ubicación), que se hallan muy alejadas de sus respectivas cabeceras de comarca (Ayora, Buñol y Enguera) y que arrastran un secular aislamiento geográfico.

En el caso concreto de Millares, su habla tradicional le llegó después de la expulsión de los moriscos llevada a cabo en el año 1609, durante el reinado de Felipe III.

El conde de Real, señor territorial de Millares en aquel entonces, se vio en la necesidad de traer nuevos pobladores a este pueblo para proseguir con el cultivo de sus tierras y el cuidado de su cabaña ganadera. Llegaron a Millares gentes que procedían de diversos lugares, aunque con predominio de pobladores originarios de localidades de la diócesis de Segorbe. Estos nuevos pobladores traían cada uno el habla particular de su zona de procedencia, y ello explica, de alguna manera, la coincidencia léxica de algunos vocablos que tiene su origen en el idioma valenciano de las comarcas próximas a Segorbe.

Puntualiza Vicente Galdón que el habla de Millares, por tanto, como muchas otras, es el resultado de una mezcla de hablas, un hablar de hablares. Los nuevos habitantes llegados a Millares probablemente llegarían tanto del norte como del sur del paralelo 39 (paralelo que pasa por Xàtiva), pero no parece que procediesen de lugares próximos a nuestro pueblo. Por el norte del paralelo 39 encontramos expresiones similares a las usadas en Millares en pueblos de la montaña de Castellón (Ludiente, Zucaina, etc.), y otras utilizadas en localidades del interior de Valencia (Los Serranos, Ademuz, Requena-Utiel, etc.). Por el sur del citado paralelo también hallamos palabras comunes al habla de Millares, incluso en territorios muy alejados. Por poner un ejemplo: en Zucaina (Castellón), le llaman aceica, en Villar del Arzobispo zaica, y cieca en algunos lugares del antiguo Reino de Murcia a lo que en Millares denominamos cieca, para nombrar la canalización de aguas para abastecimiento y riego: acequia.

Por otra parte, las personas que decidieron trasladarse a Millares tenían y traían como oficios mayoritarios el trabajo del esparto (transcurridos más de cien años desde la repoblación, Cavanilles calificó la localidad como una comunidad de alpargateros), el carbón vegetal y, en menor proporción, la agricultura y la ganadería. Las zonas peninsulares españolas en que, por ejemplo, se localiza la terminación –ikjo, y que podrían estar relacionas con esta repoblación tardía de Millares, también coinciden con el esparto como actividad económica importante (montaña de Castellón, por el norte y el sureste peninsular, por el sur).

En definitiva, algunos filólogos (caso de Emili Casanova) mantiene que el habla de Millares parece ser un habla de transición de base castellano-aragonesa, con alguna incorporación puntual del valenciano, localizada en la frontera lingüística limítrofe con otra que delimita el río Júcar desde Cofrentes hasta Tous, y que tiene dicho habla significativas diferencias con otras hablas, en especial con las de la Canal de Navarrés. En Millares no se emplea la sintaxis valenciana, como por ejemplo la forma del pasado perifrástico voy comprar una casa por he comprado una casa; la doble negación yo tampoco no lo he visto, por no lo he visto; no está presente el seseo peculiar de esta comarca. Por la parte de allá del Júcar, ni en el sonido, ni en la entonación, ni el ritmo hallamos similitud con el habla de la vecina localidad de Dos Aguas.

Vicente Galdón, en su comunicación presentada en las III Jornadas de Lenguas Churras, celebradas en Villar del Arzobispo en el mes de noviembre del año 2016, al comentar el aspecto externo del hablar de Millares dice que hay tres rasgos que la singularizan y caracterizan, y que tienen que ver con su sonido, su pronunciación y su variedad de voces. Veamos estos rasgos:

Primero: La sistemática terminación en –ou de todas las palabras castellanas terminadas en “-ado”, como son los participios de los verbos de la primera conjugación (sembrou, alcanzou,…) y las formas verbales derivadas del valenciano acabadas en “-at” (penjat, colgou; regat, regou; estimat, estimou,…). Es este un sonido duro, a pesar de ser vocálico, formado por una “o” muy acentuada que encuentra eco en una “u” en la que parece retumbar. Este sonido le da al habla un aire serio, solemne, de una cadencia lenta y parsimoniosa. El uso de esta terminación, que yo sepa, es exclusivo de Millares y no se tiene certeza alguna de su origen.

Segundo: En otro aspecto de la sonoridad de este habla, hallamos los grupos “quia, quie, quio”, los cuales crean en Millares una consonante, o semiconsonante oculta, que hace que suenen de un solo golpe y no en dos, tal y como los escribimos con “q” o con “k”. Los sonidos kja, kje, kjo, por epéntesis, como explica doña Natividad Nebot, es un solo sonido: la “k” y la “yod” de las formas “quia, quie, quio” se unen en una articulación africada sorda postpalatal o medio palatal. La letra “yod” es la décima letra del alfabeto hebreo, y la “j” sería su actual representación. Ejemplos: chiquitikja, siskjera, dedikjo). Sea como sea, ese sonido alegre, amable, cantarín, cadencioso, expresivo, familiar y cariñoso contrasta con la adustez, sequedad general del habla y con la parsimonia de la terminación “-ou”.

Tercero: La variedad de voces, e incluso el distinto fraseo y entonación referidas a una misma realidad, pueden tener su origen en las distintas procedencias de las personas inmigrantes que se establecieron en Millares en aquel lejano siglo XVII, generando depósitos y estratos de hechos y formas lingüísticas a modo de secuencias estratigráficas del habla.

Como ampliación y complemento a lo expuesto hasta ahora, veamos también algunos ejemplos de valencianismos en el habla de Millares:

Sufijos acabados en –et, -eta, -ete: corralet, barranquet, castillet, cagueta, palometa, chorrete, quincete…

Otras veces se adopta el uso literal de la palabra valenciana, es decir, es un préstamo lingüístico: falla, payola, atabut, pulput…

Las palabras que en valenciano llevan los grupos “aix, eix, ix, uix”, se transforman en el habla de Millares usando la letra y el sonido de la “j”: arruixar, arrojear; quixalada, quijalá; aixeta, jeta…

Muchas palabras que en valenciano acaban en la “-í” tónica, lo hacen en Millares en “-ín”: esportí, esportín; rebrotí, rebrotín…

Otras que en valenciano acaban en “-ó” tónica, lo hacen en “-ón” en el habla de Millares: carreró, carrerón; fartó, fartón…

Las terminaciones “-ós” en valenciano pasan a ser terminaciones en “-oso” en Millares: caldós, caldoso; apegalós, apegaloso…

Hay nombres propios de persona que, junto a su pronunciación en castellano, adoptan también la forma valenciana: Ximo, Rafel, Sento, Voro…

Añadamos también otros rasgos característicos del habla de Millares que tiene que ver con los sufijos:

Terminaciones en “-eiza”, y que aportan este sufijo interesante por su rareza:

hableiza, murmullo de personas hablando a la vez; chilleiza, griterío.

Aumentativos acabados en “-usco/a”: negrusco, pelandusca.

Despectivos acabados en “-ango/a”: gorrindango, maridango, mujueranga, forasterango.

Otros despectivos terminan en “-urrio/a”: beaturria, grandurria.

Los hay también que terminan en “-ungo/a”: zapatungo, feandunga.

Podemos concluir afirmando que sobre los hablares de los pueblos de la Canal de Navarrés se han interesado muchos investigadores y académicos a lo largo del tiempo, desde Menéndez Pidal, Manuel Sanchis Guarner, el turco- canadiense Joseph Gulsoy, Emili Casanova, Máximo Torreblanca, Natividad Nebot, hasta Cavanilles. No obstante esto, pocos estudiosos han traspasado los límites de Bicorp para llegar hasta el pueblo más al norte de la comarca: Millares. Me da la impresión de la sola visión de la cuesta de las Pedrizas les hace retroceder y dejar para otros el riesgo de transitar por la carretera que serpentea frente a ellos en audaces curvas y recodos.

Esta falta del estudio lingüístico del hablar de Millares supone una laguna considerable en el conocimiento del conjunto de la comarca, puesto que nuestra localidad goza de un léxico característico y diferenciador con respecto al resto de localidades, no solo más al sur de la comarca (como Enguera y Anna), sino también respecto a los que encontramos en la comarca vecina norteña de la Hoya de Buñol (Dos Aguas, Macastre) y en la vecina occidental del Valle de Ayora (Cortes de Pallás, Cofrentes), por no hablar de la oriental comarca de la Ribera Alta (Tous, Catadau).

Y ya pongo fin a mi intervención formulando una breve reflexión alrededor del tema expuesto. Conviene recordarles a muchas personas que, si alguna cosa han dejado clara los estudios lingüísticos, es que no existen lenguas o dialectos “más buenos” o “más malos”. Esas clasificaciones solo responden a prejuicios lingüísticos absolutamente subjetivos e injustificables racionalmente. Cada lengua y, por extensión, cada dialecto y cada forma de hablar representa una mirada única e irreemplazable de la realidad. Y la variedad de habla churra de Millares es nuestra realidad particular. Es el habla de nuestros padres, de nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… Si no la cuidamos, nadie lo hará por nosotros y hacerlo es muy fácil: utilicemos nuestro habla tradicional en familia, con nuestros hijos y con nuestras amistades.

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

CASANOVA HERRERO Emili. y SALVO SORIANO, César. Audio de entrevista radiofónica en el programa de Ràdio CV. Julio, 2017.

ÍDEM. Serres, identitats i paraules. III Jornades sobre els parlars de base castellano-aragonesa, valenciano-aragonesa y castellano-murciana. València, 2017.

GALDÓN PÉREZ, Vicente J. Observaciones sobre el habla de Millares que me enseñó mi madre. Comunicación aportada a las III Jornadas de Lenguas Churras. Villar del Arzobispo, 2016.

 

PORTA COELLO, Antonio. https://romancesycalandarios.wordpress.com ÍDEM. https://lenguachurra.blogspot.com


 

 

 

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