Sin ánimo de sentar cátedra en materia lingüística en el tema del habla particular de Millares, pero sí, como dice nuestro paisano Vicente Galdón Pérez, con el propósito de levantar calzá, hacer bancal y sujetar pará, y con el fin de que no todo se lo lleven las ramblás del tiempo, o las silenciosas aguas de la indiferencia y el olvido, además de la colaboración del desprecio del no aprecio, me van a permitir una serie de reflexiones y comentarios respecto al habla tradicional de nuestro pueblo, Millares.
Vaya por delante, en primerísimo lugar, que no soy especialista en filología, por lo que puedo afirmar que no sé de lo que hablo, pero hablo de lo que sé. Me ayudaré para ello de la opinión de algunos reconocidos expertos en la materia a lo largo de esta exposición.
Geográfica y administrativamente pertenece Millares a la comarca de la Canal de Navarrés, situada en las tierras centrales de la provincia de Valencia. Una particularidad llamativa de esta comarca es el habla de sus habitantes: el castellano; un castellano muy peculiar y bastante diferenciador según la localidad en la que lo escuchemos.
Comenzaré por exponer (para situarnos en el contexto del tema que nos ocupa), que en un audio de una entrevista radiofónica se puede escuchar al profesor Emili Casanova Herrero atribuir el origen del habla de las localidades del interior de la Comunitat Valenciana en las que no se habla el valenciano, a un claro antecedente en el habla aragonesa. Este aragonés antiguo procedía, a su vez, del latín vulgar y se remonta a los siglos VII y VIII de nuestra era. Dicho habla originaria aragonesa se hablaba en los valles pirenaicos aragoneses y sus rasgos lingüísticos sitúan a este habla entre el catalán y el castellano. La expansión de este habla aragonesa fue interrumpida en el siglo XII en la frontera de río Ebro. El motivo de dicha interrupción, según Casanova, fue la presión política del reino de Castilla y, por consiguiente, de su habla. De hecho, el 50% de la primera repoblación tras la conquista de la provincia de Teruel la llevan a cabo aragoneses, siendo el otro 50% castellanos, navarros, etc.
El habla surgida y extendida por estos territorios es conocida con el nombre de churro. Aclaremos, junto con César Salvo, que el churro no es una lengua en sentido estricto; más bien es un habla. Dejemos de lado, por supuesto, el sentido despectivo y peyorativo que en las comarcas de habla valenciana aplican a todo aquel sujeto hablante que no usa la lengua valenciana en su comunicación, ya sea una persona originaria de la Comunitat Valenciana, o que provenga de cualquier otro territorio de la geografía española; ya es conocido que a estos individuos se les denomina generalmente con el calificativo de churros.
El nacimiento del habla churra, en opinión de Emili Casanova, se produce como consecuencia de que, desde el primer momento, existe un claro contacto entre el habla de origen aragonés y la lengua valenciana. Puede decirse que los habitantes de las comarcas churras somos aragoneses del País Valenciano, o que somos valencianos de cultura aragonesa.
Antonio Porta Coello amplía la definición de churro con estas palabras: Hablante de ciertas comarcas y poblaciones valencianas y aragonesas de predominante repoblación de procedencia aragonesa en las cuales, por tanto, su cultura y su lenguaje tiene un destacado componente aragonés y, este último, una importante influencia del léxico valenciano.
Aunque en un principio, durante la Edad Media, Millares y las poblaciones limítrofes (Bicorp, Cortes de Pallás, Dos Aguas, Quesa y Tous) estuvieron habitadas por población de mayoría andalusí, no es descabellado deducir que sus habitantes tuviesen la oportunidad de expresarse en tres lenguas distintas: árabe, valenciano y castellano, al menos hasta la expulsión de los moriscos en el año 1609.
Comienza, a partir de esta fecha, un extraordinario reemplazo humano cuando empezaron a llegar a estos lugares desiertos a lo largo del siglo XVII numerosos pobladores procedentes de las localidades con población de origen aragonés pertenecientes al obispado de Segorbe, así como otros que procedían de Castilla. Ellos fueron los que vinieron a repoblar buena parte del interior de la Comunitat Valenciana, por lo que la base lingüística de la mayoría de las poblaciones de este entorno interior es mayoritariamente aragonesa.
Para Antonio Porta, las zonas de habla churra (él las denomina rodalás) son siete, y se extienden por las provincias de Teruel, Castellón, Valencia y Alicante. El conjunto de las rodalás churras en la Comunitat Valenciana se estructura, según Braulio Montoya, en tres áreas: la castellano-aragonesa, al norte (comarcas del Alto Mijares, Alto Palancia y Los Serranos); la valenciano- aragonesa, en el centro (Hoya de Buñol, parte de la Canal de Navarrés y parte del Valle de Cofrentes); y la castellano-murciana, al sur (parte del Valle de Cofrentes, Bajo Segura y parte del Vinalopó).
Por lo que respecta a la Canal de Navarrés, nuestra comarca, resulta bastante llamativo que, a medida que nos desplazamos de sur a norte por ella, el habla tradicional de sus pobladores se hace cada vez más castellana y, por consiguiente, con menos raíces valencianas. Es evidente que no hay muchas referencias históricas de la presencia masiva de aragoneses como pobladores o como repobladores de los pueblos de la Canal, exceptuando Millares y, en menor medida, en Bicorp. El habla de las localidades del sur de la comarca (Enguera, Anna, Chella…) es un habla mucho más valencianizada que el churro, con giros lingüísticos diferentes a este habla y con unas características muy peculiares como por ejemplo, el empleo del pasado perifrástico (van ir, por fueron; se va caer, por se cayó), el uso de la “o” abierta y el seseo habitual.
Esta circunstancia de la desaparición gradual del valenciano en la comarca ya describió el botánico Cavanilles en su magnífica obra “Observaciones….” de la siguiente manera: (…) Como vamos subiendo desde Anna hacia los montes se observan variedades de lengua, traje, ocupaciones y aun inclinación. En Anna se habla un dialecto que tiene más del valenciano que del castellano, y en el resto de la Canal de Navarrés es menor el número de voces valencianas, pero las castellanas distan mucho de su pureza; menos imperfecta es la pronunciación en Bicorp y Quesa. En Millares y Cortes desaparece el idioma valenciano, pero el castellano está alterado con los diminutivos que multiplican a cada palabra, como chiquitiquia y mociquio, en vez de chiquita y mocito (…)
Los pueblos de la Canal situados más al sur quedan lejos de la influencia de las zonas churras más genuinas y, al encontrarse más desplazados del vínculo geográfico y humano, no alcanzan a identificarse con el sentimiento de pertenencia a las rodalás churras. Los habitantes del sur comarcal, al estar bastante apartados de la línea administrativa aragonesa, seguramente no tiene tanto sentimiento de pertenencia a esta comunidad cultural, ni el mismo sentimiento de afinidad con la gente aragonesa vecina del resto de rodalás churras.
Casi todas las poblaciones de la Canal poseen un habla tradicional mixta, muy rica, donde el valenciano es un elemento amplio, original y formador, lo que puede estudiarse analizando ñas toponimias locales. La presencia del valenciano, como dijo Cavanilles, va menguando tal y como nos desplazamos más al norte de la comarca.
Es muy cierto que no todos los especialistas coinciden en cómo clasificar estas hablas fronterizas y, por ello, encontramos diversas opiniones: Hay autores, como Hardwinger, que clasifica los hablares locales de la Canal como hablas mixtas entre el aragonés y el castellano; otros, no obstante, se decantan por el castellanismo de estas hablas, como Sanchis Guarner; mientras que otros, como Menéndez Pidal, las calificas como aragonesas. Manuel Sanchis Guarner tenía muy claro que el aragonés nunca pasó el río Júcar, por lo que la repoblación mayoritaria de estas tierras por aragoneses no se realizó. Probablemente ninguno de ellos esté en posesión de la verdad absoluta, y la cuestión del origen de estas hablas queda sin ser aclarada totalmente.En definitiva, que nos enfrentamos a dos opciones: primera, considerar toda la comarca de la Canal como comarca churra, tal y como algunos piensan; segunda, dar valor únicamente a la idiosincrasia propia suya y a la importantísima habla híbrida que posee y, por tanto, no incluirla lingüística y culturalmente dentro de las rodalás churras. En mi opinión particular me inclino por la segunda opción, excepto en lo tocante a Millares, por lo expuesto anteriormente y por lo que agregaremos a continuación.
Centrándonos ya en el entorno más próximo a Millares y sus localidades más cercanas pertenecientes a las rodalás churras del área central, hallamos cuatro núcleos de población (Cortes de Pallás, Dos Aguas, Millares y Tous), con unas características comunes peculiares, y que Antonio Porta las particulariza con el nombre de “Congosto del Júcar”; cuatro localidades enclavadas en cuatro comarcas distintas: Valle de Cofrentes, Hoya de Buñol, Canal de Navarrés y Ribera Alta, respectivamente. Estas poblaciones comparten espacio geográfico, cultura y economía. Son, en definitiva, pequeñas localidades (si exceptuamos Tous en su nueva ubicación), que se hallan muy alejadas de sus respectivas cabeceras de comarca (Ayora, Buñol y Enguera) y que arrastran un secular aislamiento geográfico.
En el caso concreto de Millares, su habla tradicional le llegó después de la expulsión de los moriscos llevada a cabo en el año 1609, durante el reinado de Felipe III.
El conde de Real, señor territorial de Millares en aquel entonces, se vio en la necesidad de traer nuevos pobladores a este pueblo para proseguir con el cultivo de sus tierras y el cuidado de su cabaña ganadera. Llegaron a Millares gentes que procedían de diversos lugares, aunque con predominio de pobladores originarios de localidades de la diócesis de Segorbe. Estos nuevos pobladores traían cada uno el habla particular de su zona de procedencia, y ello explica, de alguna manera, la coincidencia léxica de algunos vocablos que tiene su origen en el idioma valenciano de las comarcas próximas a Segorbe.
Puntualiza Vicente Galdón que el habla de Millares, por tanto, como muchas otras, es el resultado de una mezcla de hablas, un hablar de hablares. Los nuevos habitantes llegados a Millares probablemente llegarían tanto del norte como del sur del paralelo 39 (paralelo que pasa por Xàtiva), pero no parece que procediesen de lugares próximos a nuestro pueblo. Por el norte del paralelo 39 encontramos expresiones similares a las usadas en Millares en pueblos de la montaña de Castellón (Ludiente, Zucaina, etc.), y otras utilizadas en localidades del interior de Valencia (Los Serranos, Ademuz, Requena-Utiel, etc.). Por el sur del citado paralelo también hallamos palabras comunes al habla de Millares, incluso en territorios muy alejados. Por poner un ejemplo: en Zucaina (Castellón), le llaman aceica, en Villar del Arzobispo zaica, y cieca en algunos lugares del antiguo Reino de Murcia a lo que en Millares denominamos cieca, para nombrar la canalización de aguas para abastecimiento y riego: acequia.
Por otra parte, las personas que decidieron trasladarse a Millares tenían y traían como oficios mayoritarios el trabajo del esparto (transcurridos más de cien años desde la repoblación, Cavanilles calificó la localidad como una comunidad de alpargateros), el carbón vegetal y, en menor proporción, la agricultura y la ganadería. Las zonas peninsulares españolas en que, por ejemplo, se localiza la terminación –ikjo, y que podrían estar relacionas con esta repoblación tardía de Millares, también coinciden con el esparto como actividad económica importante (montaña de Castellón, por el norte y el sureste peninsular, por el sur).
En definitiva, algunos filólogos (caso de Emili Casanova) mantiene que el habla de Millares parece ser un habla de transición de base castellano-aragonesa, con alguna incorporación puntual del valenciano, localizada en la frontera lingüística limítrofe con otra que delimita el río Júcar desde Cofrentes hasta Tous, y que tiene dicho habla significativas diferencias con otras hablas, en especial con las de la Canal de Navarrés. En Millares no se emplea la sintaxis valenciana, como por ejemplo la forma del pasado perifrástico voy comprar una casa por he comprado una casa; la doble negación yo tampoco no lo he visto, por no lo he visto; no está presente el seseo peculiar de esta comarca. Por la parte de allá del Júcar, ni en el sonido, ni en la entonación, ni el ritmo hallamos similitud con el habla de la vecina localidad de Dos Aguas.
Vicente Galdón, en su comunicación presentada en las III Jornadas de Lenguas Churras, celebradas en Villar del Arzobispo en el mes de noviembre del año 2016, al comentar el aspecto externo del hablar de Millares dice que hay tres rasgos que la singularizan y caracterizan, y que tienen que ver con su sonido, su pronunciación y su variedad de voces. Veamos estos rasgos:
Primero: La sistemática terminación en –ou de todas las palabras castellanas terminadas en “-ado”, como son los participios de los verbos de la primera conjugación (sembrou, alcanzou,…) y las formas verbales derivadas del valenciano acabadas en “-at” (penjat, colgou; regat, regou; estimat, estimou,…). Es este un sonido duro, a pesar de ser vocálico, formado por una “o” muy acentuada que encuentra eco en una “u” en la que parece retumbar. Este sonido le da al habla un aire serio, solemne, de una cadencia lenta y parsimoniosa. El uso de esta terminación, que yo sepa, es exclusivo de Millares y no se tiene certeza alguna de su origen.
Segundo: En otro aspecto de la sonoridad de este habla, hallamos los grupos “quia, quie, quio”, los cuales crean en Millares una consonante, o semiconsonante oculta, que hace que suenen de un solo golpe y no en dos, tal y como los escribimos con “q” o con “k”. Los sonidos kja, kje, kjo, por epéntesis, como explica doña Natividad Nebot, es un solo sonido: la “k” y la “yod” de las formas “quia, quie, quio” se unen en una articulación africada sorda postpalatal o medio palatal. La letra “yod” es la décima letra del alfabeto hebreo, y la “j” sería su actual representación. Ejemplos: chiquitikja, siskjera, dedikjo). Sea como sea, ese sonido alegre, amable, cantarín, cadencioso, expresivo, familiar y cariñoso contrasta con la adustez, sequedad general del habla y con la parsimonia de la terminación “-ou”.
Tercero: La variedad de voces, e incluso el distinto fraseo y entonación referidas a una misma realidad, pueden tener su origen en las distintas procedencias de las personas inmigrantes que se establecieron en Millares en aquel lejano siglo XVII, generando depósitos y estratos de hechos y formas lingüísticas a modo de secuencias estratigráficas del habla.
Como ampliación y complemento a lo expuesto hasta ahora, veamos también algunos ejemplos de valencianismos en el habla de Millares:
Sufijos acabados en –et, -eta, -ete: corralet, barranquet, castillet, cagueta, palometa, chorrete, quincete…
Otras veces se adopta el uso literal de la palabra valenciana, es decir, es un préstamo lingüístico: falla, payola, atabut, pulput…
Las palabras que en valenciano llevan los grupos “aix, eix, ix, uix”, se transforman en el habla de Millares usando la letra y el sonido de la “j”: arruixar, arrojear; quixalada, quijalá; aixeta, jeta…
Muchas palabras que en valenciano acaban en la “-í” tónica, lo hacen en Millares en “-ín”: esportí, esportín; rebrotí, rebrotín…
Otras que en valenciano acaban en “-ó” tónica, lo hacen en “-ón” en el habla de Millares: carreró, carrerón; fartó, fartón…
Las terminaciones “-ós” en valenciano pasan a ser terminaciones en “-oso” en Millares: caldós, caldoso; apegalós, apegaloso…
Hay nombres propios de persona que, junto a su pronunciación en castellano, adoptan también la forma valenciana: Ximo, Rafel, Sento, Voro…
Añadamos también otros rasgos característicos del habla de Millares que tiene que ver con los sufijos:
Terminaciones en “-eiza”, y que aportan este sufijo interesante por su rareza:
hableiza, murmullo de personas hablando a la vez; chilleiza, griterío.
Aumentativos acabados en “-usco/a”: negrusco, pelandusca.
Despectivos acabados en “-ango/a”: gorrindango, maridango, mujueranga, forasterango.
Otros despectivos terminan en “-urrio/a”: beaturria, grandurria.
Los hay también que terminan en “-ungo/a”: zapatungo, feandunga.
Podemos concluir afirmando que sobre los hablares de los pueblos de la Canal de Navarrés se han interesado muchos investigadores y académicos a lo largo del tiempo, desde Menéndez Pidal, Manuel Sanchis Guarner, el turco- canadiense Joseph Gulsoy, Emili Casanova, Máximo Torreblanca, Natividad Nebot, hasta Cavanilles. No obstante esto, pocos estudiosos han traspasado los límites de Bicorp para llegar hasta el pueblo más al norte de la comarca: Millares. Me da la impresión de la sola visión de la cuesta de las Pedrizas les hace retroceder y dejar para otros el riesgo de transitar por la carretera que serpentea frente a ellos en audaces curvas y recodos.
Esta falta del estudio lingüístico del hablar de Millares supone una laguna considerable en el conocimiento del conjunto de la comarca, puesto que nuestra localidad goza de un léxico característico y diferenciador con respecto al resto de localidades, no solo más al sur de la comarca (como Enguera y Anna), sino también respecto a los que encontramos en la comarca vecina norteña de la Hoya de Buñol (Dos Aguas, Macastre) y en la vecina occidental del Valle de Ayora (Cortes de Pallás, Cofrentes), por no hablar de la oriental comarca de la Ribera Alta (Tous, Catadau).
Y ya pongo fin a mi intervención formulando una breve reflexión alrededor del tema expuesto. Conviene recordarles a muchas personas que, si alguna cosa han dejado clara los estudios lingüísticos, es que no existen lenguas o dialectos “más buenos” o “más malos”. Esas clasificaciones solo responden a prejuicios lingüísticos absolutamente subjetivos e injustificables racionalmente. Cada lengua y, por extensión, cada dialecto y cada forma de hablar representa una mirada única e irreemplazable de la realidad. Y la variedad de habla churra de Millares es nuestra realidad particular. Es el habla de nuestros padres, de nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… Si no la cuidamos, nadie lo hará por nosotros y hacerlo es muy fácil: utilicemos nuestro habla tradicional en familia, con nuestros hijos y con nuestras amistades.
CASANOVA HERRERO Emili. y SALVO SORIANO, César. Audio de entrevista radiofónica en el programa de Ràdio CV. Julio, 2017.
ÍDEM. Serres, identitats i paraules. III Jornades sobre els parlars de base castellano-aragonesa, valenciano-aragonesa y castellano-murciana. València, 2017.
GALDÓN PÉREZ, Vicente J. Observaciones sobre el habla de Millares que me enseñó mi madre. Comunicación aportada a las III Jornadas de Lenguas Churras. Villar del Arzobispo, 2016.
PORTA COELLO, Antonio. https://romancesycalandarios.wordpress.com ÍDEM. https://lenguachurra.blogspot.com
ARTE PALEOLÍTICO EN LA CUEVA DONAS
A raíz de la publicación en los medios de comunicación (prensa, radio y televisión), no solamente a nivel nacional, sino que también se han hecho eco del asunto en muchos medios internacionales, detallando el hallazgo de muestras de arte paleolítico en el interior de nuestra querida cueva Donas, era preciso dar a conocer detalles del estudio y la investigación llevada a cabo hasta la actualidad, además de a las personas expertas en arqueología, sino que también había que dar a conocer los resultados al conjunto de la población.
Así, de esta forma, el pasado día 2 del presente mes de marzo, en el Salón de Sesiones del edificio consistorial de la localidad de Millares tuvo lugar una conferencia divulgativa al respecto que tuvo como título “Un santuario prehistórico excepcional: La Cueva Donas”. Dicha conferencia fue impartida por los autores de este estudio del yacimiento arqueológico que constituye dicha cueva: Aitor Ruiz-Redondo, de la Universidad de Zaragoza y Virginia Barciela, de la Universidad de Alicante. Ambos fueron presentados al auditorio, mediante la intervención inicial del acto, por parte del alcalde de la localidad, Ricardo Pérez.
Ambos expertos, en sus diversas intervenciones, hicieron una exposición de estos resultados con un lenguaje sencillo y accesible a todos los asistentes, detalle que fue del general agradecimiento por la fácil comprensión del mensaje; por supuesto que las imágenes proyectadas contribuyeron, en gran manera, al objetivo planeado.
Desde hace años que se sabe que el estudio del interior de esta cavidad ha permitido el hallazgo de restos de otras épocas de la antigüedad (neolítico, cultura ibérica, periodo romano…), hecho que fue comentado por estos expertos, pero lo que ha supuesto encontrar motivos pictóricos del Paleolítico ha desbordado todas las expectativas de éxito en la campaña de estudio e investigación. Ambos expertos nos indicaron que el hallazgo, hasta el momento actual, de más de 110 motivos en las paredes de la cueva, convierte a este yacimiento en uno de los más importantes de arte paleolítico fuera de los espacios habituales de este periodo prehistórico, como son el norte de España y el sur de Francia.
Detallaron los arqueólogos que, entre otros motivos, han encontrado 19 representaciones de animales (ciervas, un ciervo, caballos, uros), así como signos en forma de rectángulo, meandros, líneas dibujadas con el dedo, etc. Muchos de los motivos hallados están plasmados en las paredes de la cueva con pintura a base de arcilla roja de la misma cavidad, en lugar de los clásicos pigmentos ocres o de manganeso. En cuanto a los grabados, cabe destacar la presencia en las paredes de marcas de garra de oso de las cavernas. Con estos datos, ambos expertos citados, atribuyen la antigüedad de los motivos hallados a fechas de hace alrededor de 20 000 años, allá por el periodo pre-magdalenense o magdalenense.
Un aspecto sobre el que hicieron hincapié Aitor y Virginia, fue que huyésemos de hacer ningún tipo de comparación con el arte paleolítico de la cueva de Altamira, sencillamente, porque se trata de dos realidades totalmente distintas: una (Altamira), con influencia de civilizaciones atlánticas; y la otra (Donas), de influencia mediterránea.
Argumentaron los ponentes que no es momento de permitir el acceso público al interior de la cavidad, puesto que la investigación sigue en marcha. Los trabajos futuros continuarán los próximos años con la prospección de las paredes de la cueva y se centrarán, en palabras de los arqueólogos, en los aspectos técnicos aparentemente únicos del arte rupestre, así como su cronología más exacta y su contexto arqueológico.
Finalizó el acto con la apertura de un turno de preguntas por parte de los asistentes, quienes quisieron ampliar el contenido de la exposición de los expertos.
En definitiva, un acto excepcional que ha servido para ampliar a los no entendidos el conocimiento de tan excepcional hallazgo en nuestro pueblo.
ILUSTRES VISITANTES DE MILLARES Y SUS IMPRESIONES
Vamos a dar inicio a la publicación de una serie de artículos en los que iremos conociendo, tal y como vayan pasando los años, la opinión que causó a algunos ilustres viajeros su paso por Millares y que dejaron escritas sus experiencias. Unos, por medio de sus obras de carácter científico; otros, a modo de crónica periodística publicada en la prensa local de la ciudad de Valencia; y, finalmente, otros, dando una visión globalizada de carácter enciclopédico.
Todos ellos tendrán cabida en esta nueva sección que viene a sustituir la sección de noticias de antaño que hasta hace un tiempo ha estado activa. Hemos tomado la decisión de detenernos, de momento, en la recopilación y divulgación de más noticias antiguas debido a la proximidad de los acontecimientos y que, evidentemente, pierden en gran medida su esencia de “antigüedad”.
Daremos comienzo, pues, a esta sección con el testimonio sobre su paso por Millares del insigne botánico Cavanilles que recogió y plasmó a lo largo de su magna obra Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia (1795-1797).
Vayamos, pues, de entrada a profundizar un poco en la vida del botánico Cavanilles. Antonio José Cavanilles y Palop nació en Valencia, el 16 de enero del año 1745, y falleció en Madrid el 5 de mayo de 1804, a los 59 años de edad. Se caracterizó por ser un científico ilustrado, botánico y naturalista, siendo uno de los autores principales de la Escuela Universalista Española del siglo XVIII.
Estudió en la Universidad de Valencia, donde obtuvo los títulos de Maestro en Filosofía (1762) y Doctor en Teología (1766), siendo ordenado sacerdote en Oviedo en el año 1772. Dedicado a la docencia, marchó a París en 1777 como preceptor de los hijos del Duque del Infantado. Allí contactó con la Botánica adquiriendo los postulados del enciclopedismo, siendo de los primeros científicos españoles en utilizar los nuevos procedimientos taxonómicos (clasificación ordenada y jerárquica, especialmente de los seres vivos) de Carlos Linneo y una de las figuras más importantes de la ciencia ilustrada en España. Regresó de París en 1789 a causa de los desórdenes producidos por los acontecimientos de la Revolución Francesa. Durante su estancia en la capital francesa aprovechó para completar su formación científica en diferentes disciplinas, resultando principalmente atraído por la botánica.
A su regreso a Madrid, Cavanilles fue encargado oficialmente de estudiar la flora española. Comenzando por el territorio valenciano, a partir de 1971, realizó viajes por la Península Ibérica en los que recogió abundante material que sirvió de primer fundamento a su principal obra: “Icones et descriptiones plantarum quae aut sponte in Hispaniae crescunt” (Madrid, 1791-1801), cuyo significado es “figuras y descripciones de plantas que crecen espontáneamente en España o se albergan en los jardines”. En sus seis volúmenes incluyó numerosas plantas peninsulares, pero la mayor parte de su contenido está dedicado a especies americanas, filipinas y de diferentes partes de Pacífico que describió basándose en los herbarios, dibujos y en las plantas vivas del Jardín Botánico de Madrid procedentes, principalmente, de la expedición botánica a Nueva España (1783-1803) y de la Expedición Malaspina (1789-1794). Esta obra constituye una de las más importantes aportaciones a la botánica descriptiva, tanto por la altura y rigurosidad de su texto, como por la calidad de sus ilustraciones. También compuso un “Glosario de botánica en cuatro lenguas” (1795-1798).
Miembro de la Real Academia de Medicina de Madrid, fundó y dirigió los “Anales de Historia Natural” (1799-1804), revista que, a partir de su tercer volumen, cambió este título por el de “Anales de Ciencias Naturales”. En 1801 fue nombrado director del Real Jardín Botánico, en el que introdujo notables mejoras y en el que formó un destacado número de discípulos.
Como resultado de sus viajes por el territorio valenciano, Cavanilles publicó sus “Observaciones…” La accesibilidad de su contenido y el estar redactada en idioma entendible por un amplio número de lectores han convertido esta obra en la más popular de su autor, en detrimento del resto de su producción. Merece, no obstante, su prestigio por las notables contribuciones que contiene sobre disciplinas tan diversas como la botánica y la agricultura, las ciencias de la tierra, la economía y la demografía e, incluso, la arqueología. Esta obra se sitúa entre el grupo de libros aparecidos en España por aquellas décadas que tienen en común la descripción de la sociedad y el territorio: Canarias, Galicia, Baleares y Aragón.
Repasemos el resto de obras de Cavanilles. Es autor de las diez entregas de la “Dissertatio botánica” (1785-1790), de las “Icones…” (1791-1801), del “Hortus Regius Matritensis” y de numerosos artículos y manuscritos; fue promotor y colaborador de “Anales de Historia Natural”, director del Real Jardín Botánico de Madrid y miembro de las más prestigiosas academias europeas.
Para situarnos en el contexto del origen de las Observaciones, es necesario saber que Cavanilles se desplazó a Madrid en la primavera del año 1791, comisionado por el rey Carlos IV, siendo su objetivo inicial reunir materiales botánicos destinados a la confección del segundo tomo de las “Icones…”. En ese mismo año 1791, y de orden del rey, inició el reconocimiento del territorio valenciano, recorriendo los caminos del reino entre los años 1791 y 1793. Los recorridos por las tierras de las tres provincias duraron más de veinte meses distribuidos en tres campañas (1791, 1792 y 1793), poniendo de manifiesto una impresionante resistencia física para largas jornadas cabalgando a lomos de caballerías y caminatas a pie.
Nos detendremos, concretamente, en la tercera excursión del año 1792, llevada a cabo del 13 de junio al 13 de agosto, en la que se personó en nuestra localidad y acompañaremos a este ilustre viajero en su recorrido.
El día 16 de junio de ese año salió de Sumacárcer para el reconocimiento del congosto del Xúquer. Por la cuesta de Navarrés se encaminó hacia dicha población y, por la fuente de la Cadena, llegó hasta Millares; desde aquí se acercó junto al río Xúquer, coincidiendo que bajo el puente que lo cruza camino de Real, el cual fue levantado el año 1710, pasaba una maderada hacia Alzira que dirigían 110 hombres.
El domingo, día 17 de junio, abandonó Millares empleando cuatro horas en llegar al punto donde se baja para llegar a Cortes de Pallás [la conocida Cuesta de Millares] cruzando el “inculto y montuoso terreno” que separa Millares del empinado y peligroso descenso de la cuesta que lleva su nombre (de Millares).
El día 18 de junio decidió modificar sus planes de remontar el curso del Xúquer hacia Cofrentes y se encaminó hacia Enguera, pasando por Bicorp y Quesa, por el camino de la fuente de Canillas. Se da la circunstancia de que Cavanilles ya había estado en la localidad de Quesa en el año 1791 herbarizando su término y dibujando la famosa cueva de les Dones. Dedicó varios días a reconocer La Canal (Navarrés, Bolbaite, Chella y Anna).
Cuando se accede al texto definitivo de las “Observaciones…”, en lo tocante a Millares, se aprecia que Cavanilles comienza diciendo: “26. Millares cae al poniente de Córtes, mediando entre ellos un espacio de dos leguas de montes (…) El camino para salir de Córtes por ese rumbo es pintoresco…”, dando con ello la impresión de que realizó la ruta que une las dos localidades en este sentido, de oeste a este, cuando, en realidad, tal y como se ha descrito más arriba, fue totalmente al contrario: de este a oeste, es decir, de Millares a Cortes de Pallás, según se desprende de la lectura del diario del botánico.
También hemos de destacar que la visita realizada por Cavanilles a la cueva de les Dones, no tuvo lugar durante esta tercera excursión del año 1792, sino que la efectuó un año antes, según hemos visto con anterioridad. Hemos creído oportuno poner de relieve estas dos circunstancias, debido a que cuando se lee la crónica definitiva del paso de Cavanilles por nuestra zona en las “Observaciones…” no se especifican claramente ambas situaciones.
Como conclusión al estudio de nuestro personaje, traigo a esta página la opinión de dos de nuestras más preclaras mentes científicas. Fue Cavanilles, en palabras de Joan F. Mateu Bellés (1995) un “trabajador infatigable, constante, obstinado y comprometido con una empresa que, por su capacidad y magnitud, resulta casi imposible a nuestros ojos”.
Otra opinión sobre Cavanilles a tener muy en cuenta, es la de Vicent M. Rosselló i Verger (1996), y que dice así: “Hay que agradecer al abate una impresionante información geográfica, agraria, demográfica, económica, etnográfica, lingüística, arqueológica…”
Pero antes de pasar a exponer el extracto de las “Observaciones…” en que se recogen las impresiones de Cavanilles sobre nuestro pueblo, quiero hacer un par de anotaciones para un mejor conocimiento de sus datos. Así, cuando nos informa de la producción agrícola, utiliza un símbolo (#) que seguramente resultará desconocido para la gran mayoría de lectores; este símbolo, precedido de una cantidad, es un coeficiente multiplicador por miles, o sea que, si nos habla de 100#, equivale a 100 000.
Por otro lado, y como segunda anotación, voy a incluir una tabla de equivalencias de actualizada de pesos y medidas, basada en la Agenda 1995 de la Conselleria d’Agricultura, Pesca i Alimentació, de la Generalitat Valenciana, unidades de medida utilizadas con frecuencia en las obras de Cavanilles:
Arroba= 12’78 kg
Arroba de aceite= 11’93 litros
Cahíz= 201 litros
Fila (de riego)= 69’6270 litros/segundo
Hanegada= 832’0964 metros cuadrados
Legua= 6’0370 metros
Libra= 355 gramos
Onza= 29’58 gramos
Palmo= 0’22 metros
Vara= 0’906 metros
Toesa= 1’949 metros
Otros aspectos que Cavanilles menciona en las “Observaciones…”, y que también pueden resultar de interés para el lector, tiene que ver con datos relevantes a tener en cuenta si se quiere conocer la opinión del botánico. Así, por ejemplo, en la página 68 del Libro Primero nos presenta una descripción del curso del río Júcar, desde la localidad de Cofrentes hasta la de Antella. En la página 78 del mismo Libro menciona los Señoríos.
En las páginas 298 y 300 de la reedición del Libro Segundo nos da su visión particular de la repoblación forestal de los montes.
En la página 80 de la reedición del Libro Tercero nos comenta Cavanilles las particularidades del habla en la Canal de Navarrés y alrededores. Finalmente, en la página 82 del mismo Libro, explica las dificultades que encontró a la hora de explorar los montes de Tous y de Dos Aguas.
Y ahora sí; sin más rodeos, añado la copia facsímil alrededor de la cual estamos moviéndonos. Espero sea leída con atención y sirva de provecho todos los lectores. Acompaña a este texto dos dibujos a plumilla de la cueva de les Dones, que aparecen en la reedición que llevó a cabo BANCAJA en la conmemoración de los 200 años de la primera edición de las “Observaciones…”
Continuando con la serie de ilustres visitantes que han pasado por Millares, traemos a esta página una breve biografía y su correspondiente comentario que, en su día, plasmó en su magnífica obra Pascual Madoz.
DICCIONARIO MADOZ
Pascual Madoz e Ibáñez nació en Pamplona, el 17 de mayo de 1806, y falleció en Génova (Italia), el 11 de diciembre de 1870. Fue un político español vinculado al Partido Progresista. Ministro de Hacienda durante el bienio progresista, presidiría en 1868 en Consejo de Ministros del Gobierno Español y la Junta Revolucionaria tras la caída de la reina Isabel II. Es recordado por la brutal desamortización de 1855, a la que dio nombre su apellido, y por su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar.
Años después de su nacimiento, en 1813, se traslada con su familia a Barbastro (Huesca), donde acude al Colegio San Lorenzo de los Padres de las Escuelas Pías. Posteriormente, estudió Derecho en la Universidad de Zaragoza. Participó en la defensa del castillo de Monzón (Huesca) en 1823 contra los Cien Mil Hijos de San Luis (1), motivo por el que fue encarcelado. Obtuvo el título de Bachiller en Leyes en 1825, cambiando su matrícula universitaria de leyes, al año siguiente, por la de Cánones, y terminó sus estudios en el año 1828.
Exiliado en Francia entre 1830 y 1832, se dedicó en París y en la ciudad de Tours al estudio de la geografía y de la estadística. Pudo regresar a España, una vez fallecido el rey Fernando VII, gracias a la amnistía decretada por la reina María Cristina de Borbón, domiciliándose en Barcelona donde, a principios de 1833, estuvo al frente de las oficinas del Diccionario geográfico universal que en aquella ciudad se publicaba. Así mismo asume la dirección del periódico progresista El Catalán, hasta mayo de 1835.
Licenciado en Derecho en 1834, ese año prepara la planificación para crear su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (conocido popularmente por Diccionario Madoz o, simplemente Madoz), que consigue finalizar en el año 1850. En 1835 publica su Reseña sobre el Clero español y examen sobre la naturaleza de los bienes eclesiásticos, origen de la desamortización eclesiástica que lleva su nombre. Ese mismo año se convierte en capitán de Artillería de los Voluntarios de Isabel II y es nombrado comisario regio con carácter de gobernador militar, juez de primera instancia, subdelegado de rentas y jefe de las fuerzas del Valle de Arán.
Desde 1836 fue diputado en el Congreso en varias elecciones. En 1838 fue nombrado hijo adoptivo de Barcelona.
En 1843 se puso al frente de una coalición progresista de oposición al general Espartero (2). Tras la Vicalvarada de 1854 (3), el 9 de agosto, fue nombrado gobernador civil de Barcelona. Volvió a su escaño de diputado, presidió las Cortes y, el 21 de enero de 1855, fue nombrado ministro de Hacienda. Aprovechó entonces para presentar su famoso Proyecto de Ley de Desamortización, y consiguió que fuera aprobado.
Desde 1859 fue miembro del Consejo de Gobierno y Administración del Fondo de Redención y Enganches para el Servicio Militar. En 1860 funda y dirige la compañía inmobiliaria y de seguros La Peninsular.
Tras la revolución de 1968, la Gloriosa (4) fue gobernador de Madrid, cargo al que renunció al poco tiempo. Se opuso al Gobierno Provisional. Tras votar en contra de la candidatura del duque de Aosta para el vacante trono de España, formó parte de la delegación española enviada a Florencia para ofrecerle la corona, sorprendiéndole la muerte en Génova.
En memoria suya tiene dedicada una calle en el Segundo Ensanche de Pamplona, su ciudad natal.
El Diccionario Madoz está formado por 16 volúmenes y fue publicado entre los años 1846 y 1850. Según su autor se dedicaron 15 años, 11 meses y 7 días de trabajos literarios en su elaboración. Para esta tarea se requirió la ayuda de veinte corresponsales y más de mil colaboradores. Esta obra es una muy importante referencia para las consultas de geógrafos, historiadores, arqueólogos e investigadores varios. Entre otros datos, contiene información sobre ruinas, restos y posibles yacimientos arqueológicos, con la descripción que en esos tiempos se hizo de todo lo que había.
Las cifras de población ofrecidas por el Diccionario Madoz están basadas en el censo de la matrícula catastral del año 1842, el cual ha sido criticado por inexacto y tender a la baja en sus cifras; al parecer, los ayuntamientos ocultaban riqueza y número de habitantes en sus localidades con el fin de evitar pagar más impuestos y para disminuir el reclutamiento militar obligatorio.
Los datos que podemos encontrar en la obra de Madoz son los siguientes: datos geográficos (provincia, situación, vías de comunicación y distancia a las localidades más importantes; ríos, arroyos, montes, vientos, etc.); recursos económicos (detalla el tipo de producción agrícola, industrial, etc.); administración y territorio (se indica la provincia, audiencia territorial, capitanía general, partido judicial, administración de rentas y diócesis a la que se adscribe cada localidad); población y vivienda (para cada localidad se indica el número de casas, vecinos y almas); educación primaria (alumnado de ambos sexos escolarizado, si hay escuela en la localidad, claro); magnitudes económicas (riqueza imponible, contribución directa y por porcentaje, presupuesto municipal, etc.); y finalmente datos histórico-artísticos (historia, personajes locales, patrimonio local, arqueología, palacios, castillos, iglesias, puentes, obras viarias, etc.).
El nombre de los impresores de los diferentes volúmenes originales del Diccionario es variable. Así, desde el volumen 6 al 9 se llevó a cabo la impresión en el Estudio Tipográfico-Literario Universal; los volúmenes 10 y 11 se imprimieron en la Imprenta al Diccionario Geográfico, a cargo de José Rojas; los tomos 12 al 16, en la Imprenta del Diccionario geográfico estadístico-histórico de Pascual Madoz.
La descripción de Millares la encontramos en la página 419 del Volumen XI, editado en el año 1848. Leerla con detenimiento y atención nos servirá para apreciar la evolución de nuestro pueblo y ver los cambios producidos en los poco más de cincuenta años que han transcurrido desde la visita del botánico Cavanilles en la última década del siglo XVIII. A continuación transcribimos completa la descripción de Millares en el Diccionario, sustituyendo las abreviaturas del original por su significado.
NOTAS ACLARATORIAS
(1) Los Cien Mil Hijos de San Luis (conocidos en Francia como l’expédition d’Espagne, fue un contingente del ejército francés que, al mando del duque de Angulema, invadió España en el año 1823 para derrocar el régimen constitucionalista y apoyar la postura absolutista del rey Fernando VII. Su victoria sobre el ejército constitucional español puso fin al Trienio Liberal, provocando con ello la segunda restauración absolutista.
(2) Baldomero Espartero (1793-1879), militar y político español asumió la regencia de María Cristina de Borbón, madre de la futura reina Isabel II, la cual contaba con 9 años de edad. Dicha regencia finalizó en 1843, cuando un movimiento cívico-militar encabezado por una parte del Partido Progresista y del Partido Moderado. Tras la victoria de este movimiento, y al cumplir Isabel II los 13 años, ésta fue proclamada reina de España y Espartero marchó al exilio.
(3) Vicalvarada. Revolución que tuvo lugar en España en 1854. Se inició en la localidad de Vicálvaro (Madrid) a finales del mes de junio encabezada por el general O`Donnell y desembocó en el Bienio Progresista (1854-1856) durante el reinado de Isabel II.
(4) La Gloriosa. La Revolución de 1868, llamada la Gloriosa o Revolución de Septiembre o Septembrina, fue una sublevación militar con elementos civiles que tuvo lugar en España en 1868, la cual supuso el destronamiento y exilio de la reina Isabel II, y el inicio del periodo denominado Sexenio Democrático (1868-1874). Durante este periodo se sucedieron el reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873) y la Primera República (1873-1874).
MILLARES
Lugar con ayuntamiento de la provincia, audiencia territorial, capitanía general y diócesis de Valencia (12 horas), partido judicial de Jarafuel (8 horas y media). SITUADO en la pendiente de un monte, a la margen derecha del río Júcar; le baten todos los vientos; su CLIMA es templado y saludable. Tiene 200 CASAS que se distribuyen en calles desniveladas y poco simétricas: una plaza y una plazuela; iglesia parroquial (La Transfiguración), de entrada, servida por cura de provisión ordinaria, la cual fue construida durante la dominación sarracénica, y 2 abundantes fuentes fuera del pueblo llamadas del Barranco del Nacimiento y de los Dones, la primera de ellas a la distancia de una hora al O., de la que se surte el pueblo. Confina el TÉRMINO por el N. con el de Otonel, despoblado e Cortes de Pallás; por el E. los de Dos Aguas y Tous; al S. Quesa y Bicorp; y por el O. Cortes de Pallás. En su radio se encuentra el despoblado de Cabas, situado al O. a la distancia de un cuarto de hora; a igual distancia al final de las huertas por el E., dando vista al río se elevan respectivamente los deteriorados muros de tres castillos antiguos que sin duda sirvieron de defensa a dicho pueblo, y por el SO. apartada del pueblo sobre dos horas, está la nombrada Cueva de los Dones, de unos 200 pies de longitud, ofreciendo su tránsito varios rumbos e infinidad de columnitas que se desprenden del techo o se elevan desde el suelo, o bien se hallan desmoronadas por tierra: sorprende ver a beneficio de la luz artificial en aquella caverna, aplomados sobre las petrificaciones del techo, infinidad de murciélagos, que desprendiéndose de vez en cuando de sus pelotones, inquietados por la luz y la visita, inundan aquel sitio revoloteando y aún tropezando mil veces con los inoportunos huéspedes. El TERRENO es todo montuoso, y si se exceptúan algunos pequeños espacios cubiertos de tierra, lo restante son piedras descarnadas que forman bancos horizontales en unas partes, prominencias en otros, barrancos, quebradas y en general precipicios y sitios peligrosos en toda la extensión del término; por ello se halla destinado casi todo a pastos, siendo de lamentar que los naturales de aquellas comarcas destruyan los montes, pues podrían criarse en poco tiempo hermosos pinares que serían uno de sus más productivos elementos de riqueza. Hay 2 pequeñas huertas que se riegan con las dos fuentes antes mencionadas, ascendiendo a unas 20 las que se encuentran en todo el territorio. El río Júcar, que aquí corre hacia el SE., no le presta ninguna utilidad por correr sus aguas a mucha profundidad: sobre su cauce se ve un puente que fue destruido 2 veces, y que se construyó de nuevo en 1843, siendo su elevación de 90 palmos, con dos arcos de madera enlazada con hierros que descansan sobre un estribo de sillería colocado en medio y sobre las rocas contiguas por ambos lados. PRODUCCIÓN: trigo, maíz, algarrobas, vino, seda, cera y miel, frutas y hortalizas; cría ganado cabrío, lanar y mular, y hay caza de algunas cabras monteses, liebres, conejos, perdices, lobos, zorros y gatos cervales. Los CAMINOS son locales y escabrosos. El CORREO se recibe y despacha una vez a la semana por conducto de la administración de Alcira. INDUSTRIA: la única y exclusiva es la fabricación de alborgas, de cuyo ramo depende la subsistencia de su vecindario; hay dos molinos harineros que se mueven con las aguas de las fuentes referidas. POBLACIÓN: 228 vecinos, 886 almas. CAPACIDAD PRODUCTIVA: 898,955 reales, IMPONIBLE: 35,921. CONTRIBUCIÓN: 3,615.
TODOS LOS SANTOS FRENTE A HALLOWEEN
Voy a transcribir, con la debida autorización de su autor, unas reflexiones publicadas por el cronista oficial de la localidad de Otos (Vall d’Albaida, Comunitat Valenciana), Daniel Alfonso, alrededor de la celebración de estas efemérides.
Aprovechando la celebración de la festividad cristiana de Todos los Santos, y su paralela fiesta pagana importada de la cultura anglosajona, he creído oportuno recoger las impresiones de Daniel Alfonso y dejarlas plasmadas en esta página web, para que veamos cómo ha evolucionado la celebración de esta festividad de marcado carácter tradicional.
Dice así el cronista Alfonso:
“Con toda probabilidad, Todos los Santos es la celebración que más se ha transformado en el calendario festivo. Con un cambio de tal magnitud que el tradicional Todos los Santos y el moderno Halloween son casi antagónicos y reflejan a la perfección dos sociedades con dos enfoques de la vida casi opuestos.
En el origen, el cristianismo adoptó antiguas creencias relacionadas con el culto a los muertos en pleno otoño, cuando la noche le gana al día y los árboles pierden las hojas, configurando la festividad de Todos los Santos y al día siguiente la de las Almas. Unos días que para la sociedad era un momento triste de reencuentro con los antepasados, de visitar sus tumbas y de ofrecerles flores como recuerdo de su pasado. De reunirse las familias y de volver la vista atrás en las conversaciones mantenidas con un cierto espíritu de pertenencia común. De hablar sobre el pasado, el presente y el futuro entre los familiares y los vecinos que se reencontraban con nostalgia en el cementerio.
La actual celebración de Halloween se encuentra en plena expansión y manifiesta una ruptura con la sociedad tradicional, fruto de una concepción de la vida totalmente diferente. El 31 de octubre es un día de disfraces que banalizan la muerte. A menudo con botellones hasta la madrugada, donde no se come pasteles de “Tosantos” ni panecillos de mazapán (panellets), sino que se ingiere mucho alcohol, como hacían en la mitológica fuente del Olvido. Pero en ese contexto la protagonista es una muerte superficial y efímera que no tiene ninguna relación con la defunción de familiares ni amigos, sino que se trata de un momento de diversión, de un segundo carnaval tematizado de brujas y calaveras. Y al día siguiente, el 1 de noviembre, es el momento de descansar de la gran fiesta anterior. Un cansancio físico que pone difícil vestirse con la mejor ropa de los domingos (mudarse) para visitar a los antepasados en el cementerio, pero también un replanteamiento mental que deja de lado quedar con las tías y las primas para ir a un lugar feo donde te cuentan historietas aburridas puesto que, quien ha muerto ya es pasado.
Podemos ver cómo la transformación de Todos los Santos va más allá de la diferencia entre disfrazarse el 31 de octubre o mudarse el 1 de noviembre. Manifiesta una desmemoria colectiva que rompe con las raíces del pasado y que prioriza vivir un presente sin perspectiva temporal. Pero también pone de manifiesto unas estructuras familiares que han cambiado mucho, un poder de los comercios por vender más en la era del consumismo (tampoco se ve ninguna campaña publicitaria ni ninguna noticia mediática referidas a Todos los Santos) y un ejercicio de pensamiento único y superfluo que, progresivamente, nos hace ser más dóciles.”
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